lunes, 13 de mayo de 2013

2:22

       
    Precipitada, y ansiosa. Su risa breve desciende por una escalera. Sus manos la sujetan. Me llaman, una voz, un silencio...
            —Creerás que viste un diluvio una noche perfecta, de verano, de luna entera, llena de blanco. Caracteres en los bancos vacíos de plaza vacía de noche de luna llena. Creerás que nuestros nombres se han acostado una noche como esta, perfecta de oscura, alrededor de una luz que tiembla de locura, e impaciencia.

            Caracteres que escribimos. Tu nombre de ocho letras se acuesta con el mio. Formamos mientras tanto círculos de jabón, dimensiones purpura y turquesa, la silueta de un álamo en la pared donde cuelgan perfiles de duendes, partituras viejas, y una superficie de corcho con fotografías. Una de las fotografías es la de la maceta donde creció alguna vez un jazmín —pero eso es probablemente otra parte de la canción—  y el álamo tiene todavía su corazón en el jazmín que alguna vez se fue de la maceta. Con palabras tan tristes pretendo llamarte. Mis dibujos efímeros en tus ojos eternos. De pronto dijiste...
            —Hay mas de soledad en el centro de una ciudad al mediodía, que en la multiplicidad de tu adentro.

            A las palabras las entierra Morfeo. El sueño del dios. A mí me quema el sol de enero y no digo nada. Ni siquiera intento llamarte, o mandarte cartas ligeras de tinta negra, o maldecirte ante el viento, que es como un dios invisible que nunca escucha porque siempre esta demasiado lejos. Pero adivino que en tus pausas, y en la lentitud con que te vas desvaneciendo, se inscribe tu nombre con ocho símbolos negros para quedarse junto al mio.

...

1 comentario:

  1. Muy buena, querido.. Sabés expresar muy bien en palabras lo que el corazón te dicta. Cada día un poco más artista. Vas muy bien, un abrazo!

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