domingo, 19 de diciembre de 2010

Redireccionando



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Por razones no encontradas en este rápido repaso mental, me despido para siempre del olvido temporal, de mi tan reprochada memoria selectiva. Me despido hasta nunca de rencores, lo he decidido, y sé que habrá consecuencias. Pero no se puede vivir con rencor, no por muchos años, llega cierto punto en el que claudicamos, nos rendimos ante el sentimiento más fuerte que rápidamente va tomando control de cada zona, desplegando su ejército de suave electricidad. No puedo prescindir de ciertas cosas, ciertos seres, no puedo, simplemente no puedo.

Atrás dejare una máscara de odio, que eh alimentado por años, oscuras intenciones de menospreciar lo intocable, lo inolvidable. Vuelvo, tal vez con algún miedo, pero seguro de la dirección que tomo, de tal arrebato al egocentrismo. No espero que nada cambie, porque nada cambiara, nunca se darán vuelta algunas cosas, porque esto es así, yo en este momento no recordaría nada, perdonaría lo imperdonable, dejaría de lado aquellas cosas que me bloquearon alguna vez, para volver a sentir, a soltarme en el aire sin miedo a caer.

Levanto barreras, sacudo mi mente, abro capsulas del tiempo y les saco el polvo de los años, dejo que corra el viento por los canales, oxigenando de vida lo olvidado, lo perdido en algún rincón. Acá estoy de nuevo, un abrazo unificando dos mundos tan distantes, tan distintos, pero con un núcleo idéntico, con la misma sangre corriendo en las profundidades de los planetas, como ríos de lava hirviendo.
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